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El blog de Silverfox

Generación noqueada

    Ayer fue publicado en El País, un artículo con el título "Generación noqueada", que se puede ver en el siguiente enlace:

    http://www.elpais.com/articulo/portada/Generacion/noqueada/elpepusoceps/20100314elpepspor_9/Tes

    Aunque es un poco largo, merece la pena leerlo, porque explica muy bien la brecha generacional que hay en la España actual y cómo los jóvenes de ahora nos estamos comiendo de lleno la crisis. Una línea similar a la de otro artículo escrito en este blog: "La generación más maltratada de la historia", en el que se expone que miles de jóvenes preparadísimos, con carrera/s, posgrados (masters y doctorados) y que dominan varias lenguas se ven como becarios o contratados por obra y servicio pasados los 30 años y encima parecen los reyes del mambo en comparación con la gente de su entorno que tiene la misma edad (mientras ellos siguen de becarios, en muchos casos, sus amigos o familiares de su edad están aún peor, porque se han quedado en paro por la crisis), mientras gente de 60 años que no sabe ni encender un ordenador gana 3.000 euros al mes o goza de estupendas prejubilaciones y pensiones.

    Algunos estamos completamente hartos de que se hable a todas horas de la edad de la clase dirigente cubana o de algunos países asiáticos acostumbrados a tener en sus altos cargos gente bastante mayor y no se diga ni una palabra de la gerontocracia española.

    Claro que esta última es más invisible que la de los países anteriores. En esos países orientales, como China o Japón, los presidentes y ministros suelen tener más de 60 años, mientras en la España "democrática" generalmente ha habido presidentes jóvenes: Suárez, Aznar y Zapatero accedieron al poder con 43 años y Felipe González sólo con 40. El único que llegó a presidente con más de 50 años fue Calvo Sotelo. También los vicepresidentes y ministros han sido jóvenes en muchos casos (por ejemplo, Alfonso Guerra llegó a vicepresidente con 42 años, Narcís Serra fue ministro con menos de 40 o Bibiana Aido, la "miembra" de Igualdad, tiene poco más de 30, sólo la vicepresidenta Fernández de la Vega tiene ya 60 años, e incluso aparenta más).

    Es decir, que en las cabezas más visibles no se nota mucho esta gerontocracia a la española. Pero si exploramos un poco más, podemos ver, por ejemplo, que Radiotelevisión Española (RTVE) está presidida por un fósil de más de 80 años, Alberto Oliart, que ya tenía bastante más de 40 cuando murió Franco.

    Podemos seguir mirando a fondo los cargos directivos de las principales empresas, organismos patronales, sindicatos, universidades y hasta instituciones deportivas, como federaciones o clubes de fútbol. Seguro que encontraremos muchos dirigentes que ya no cumplen los 60 o, al menos, superan con holgura los 50.

    Aún hay más: esta gerontocracia no se ve únicamente en los altos cargos de la sociedad, sino en la propia mentalidad. Generalmente, la opinión de un viejo suele inspirar más credibilidad que la de un joven, aunque el viejo sólo diga tonterías y el joven tenga la cabeza bien amueblada y las ideas muy claras.

    Por último, tenemos un mercado de trabajo dual, dividido en dos castas: una privilegiada, con un alto coste de despido, y otra de parias, en la que entran los jóvenes actuales, baratos y fáciles de despedir, aunque estén mucho más preparados que los del primer grupo. Así se da lugar a mecanismos perversos, como personas de más de 50 años, que llevan 30 en la misma empresa, hace años que no aprenden nada y están absolutamente apalancadas, pero la empresa no las echa ni con aceite hirviendo porque le saldría más caro despedir a esa gente con contratos blindados que seguir pagándoles religiosamente la nómina todos los meses.

    Y en el otro bando, jóvenes que hace años que terminaron la carrera, con posgrados y cursos de formación complementaria, que cumplen los 30 años con becas miserables (un poco mejores si son becarios de alguna Administración Pública, como universidades o ministerios, donde suelen cobrar más de 800 euros), viviendo en casa de sus padres y si pueden mantener un tren de vida bueno es gracias a la ayuda económica familiar, el colchón familiar que hace verdaderos milagros. Si se independizasen tendrían que meterse en un piso-patera, comer todos los días garbanzos y bocatas y hacer botellón con litronas del Lidl o el Opencor de la esquina, nada de salir a cenar a restaurantes caros, frecuentar discotecas de moda o comprar ropa de marca.

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