¿Pobreza en España?
Ayer se publicó en Europapress un artículo según el cual España es, después de Letonia, Rumanía y Bulgaria, el país de la Unión Europea con un mayor porcentaje de población en "riesgo de pobreza" (un eufemismo para referirse en realidad a personas que viven por debajo del nivel de pobreza relativa). Más información en el link de la noticia: http://www.europapress.es/epsocial/politica-social/noticia-ue-espana-paises-ue-mayor-porcentaje-poblacion-riesgo-pobreza-20-20100118182800.html
Aún así, no debemos olvidar que ya había un 20% de pobreza, según estadísticas oficiales, cuando la economía supuestamente iba bien, por tanto ese dato no debe sorprender a nadie. Y menos mal que existe el colchón familiar, que hace milagros y que si no fuera por él, ciertos grupos de edad (sobre todo las personas entre 20 y 40 años) tendrían unos niveles de pobreza propios de países centroamericanos, del Sudeste asiático e incluso africanos.
Hace varios años, salió precisamente un estudio que afirmaba que algo más del 50% de los jóvenes españoles serían pobres si no contasen con la ayuda económica de su familia y tuvieran que vivir exclusivamente de sus propios ingresos. Pero mucho me temo que esa cifra se quedaba corta y que maquilla la realidad, que más bien serían entre 70 y un 80% los jóvenes que caerían directamente en la pobreza sin el dinero de sus padres.
Un ejemplo de la gran ayuda que supone la solidaridad familiar se puede ver en cómo cambiaría la vida de un becario que cobra 700 euros y que es hijo de funcionarios de grupos altos, que entre los dos cobran unos 5.000 euros mensuales, por poner una cifra, si no tuviese la ayuda económica de sus padres.
Mientras sus padres le subvencionen, a pesar de su bajo sueldo, podrá salir a cenar a restaurantes caros al menos una vez al mes, comprarse artilugios tecnológicos recientes, como un MP4 o un Ipod, ropa de marca, un coche nuevo de cierta potencia y viajar al extranjero todos los veranos. Además de tener cubiertas de sobra sus necesidades más básicas (comida, alojamiento, vestido).
Pero si le faltasen sus padres se hundiría en la miseria, tendría que vivir bajo un puente, construirse una chabola de lata y cartón o, en el mejor de los casos, vivir en un piso-patera con varias personas más (para ahorrarse gastos de alquiler) y comer garbanzos o bocadillos todos los días.
Sin duda, el colchón familiar, seguido del peso y la importancia de la economía sumergida (tanto la tradicional como la moderna, esta última sobre todo reflejada en forma de becas sin contrato ni alta en la Seguridad Social), es la principal causa de que no estén ardiendo las calles ni haya una gran conflictividad social. Se supone que la deflación salarial de la que tanto se habla últimamente reforzaría esta solidaridad familiar, pero haría a los jóvenes (y no tan jóvenes) cada vez más dependientes de su familia.
En relación con esto, aún no se entiende que algunos políticos, como Brunetta, el ministro italiano de Administraciones Públicas, hagan propuestas tan absurdas de echar a los jóvenes de casa cuando cumplan 18 años. Recordemos que en Italia la situación de jóvenes es muy parecida a la de España y, tanto en un país como en otro, una persona de edad que tuviese que irse de casa no tendría más remedio que vivir en la calle y alguno terminaría destrozado por el alcohol o esnifando pegamento, como los meninos da rua de Brasil. Pero no sólo con 18 años: es normal en estos países del sur de Europa ver "chavales" de 30 o hasta 35 años que dependen casi completamente de sus padres e irse a vivir por su cuenta les supondría una ruina o un enorme descenso de su nivel de vida.
Así pues, la familia está consiguiendo que no nos parezcamos demasiado a las sociedades del Sudeste asiático, aunque parezca una exageración. En esos países de Extremo Oriente la pobreza alcanza a todos los grupos de edad, tanto a padres como a hijos. Por eso, es frecuente que los niños trabajen cosiendo balones, en fábricas textiles, se dediquen a boxear (especialmente en Tailandia) o que las niñas se prostituyan con tal de aportar algún dinero a sus familias. Aquí la gente no se ve abocada a situaciones tan duras gracias al sostén económico de sus padres, generalmente bien situados. Pero si no contasen con su familia que nadie dude de que sus condiciones de vida no serían mucho mejores que las de los jóvenes tailandeses, camboyanos, indonesios o filipinos.
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