Delirios progres: el Rafita en la calle y Neira en la picota
Uno de los aspectos más surrealistas en esta era de progresía necia en la que estamos condenados a vivir y que avergüenza a las personas razonables de izquierdas es observar que mientras que delincuentes abominables como el Rafita o De Juana Chaos se pasean por la calle a pesar de sus terribles crímenes -gracias a una legislación garantista-, a un ciudadano ejemplar como el profesor Neira se le lapida y se exige su destitución, por conducir con una tasa de alcoholemia de 0,8 gramos por litro de sangre, que no es lo más correcto y tiene sus riesgos, pero tampoco justifica que se le someta a un linchamiento mediático.
No se deben obviar los efectos del alcohol ni la falta de tacto político del profesor a la hora de hacer declaraciones con arrogancia, pero realmente 1.800 euros y una condena suspendida de prisión son un castigo desproporcionado para una simple infracción de tráfico, como para que encima haya que crucificar socialmente, condenar al ostracismo y privar de su trabajo a un ciudadano modelo.
Es deprimente ver cómo algunas legislaciones occidentales miman al delincuente con toda clase de garantías legales y con la máxima moderación en el castigo, mientras muestran tolerancia cero con el ciudadano honrado, con la clase media por meras infracciones administrativas. Así mientras asesinos y terroristas tienen todas las garantías legales, un ciudadano honrado puede acabar en prisión por deslices como vender un pez de colores a un niño (http://www.dailymail.co.uk/news/article-1262250/Great-grandmother-tagged-selling-goldfish.html), por circular a más de 200 kilómetros por hora (http://www.lavanguardia.es/premium/publica/publica?COMPID=53429119759&ID_PAGINA=22088&ID_FORMATO=9&turbourl=false) o conducir con dos copas de más sin haber provocado ningún accidente.
En la retorcida mente enferma del progre, el Rafita es una víctima de la sociedad, y De Juana Chaos un activista político armado, mientras que el profesor Neira es un despreciable burgués, por lo que sólo merece el llanto y crujir de dientes.
Al fin y al cabo, toda esa morralla que pide la cabeza del profesor Neira por una insignificante falta, es la misma carroña que se rasga las vestiduras cuando se fríe en la silla eléctrica o se fusila a algún asesino sanguinario, está a favor de la reinserción de delincuentes o consideran fascistas a los defensores de la pena de muerte, ignorando que se ha aplicado históricamente en muchos países con gobiernos de izquierdas (como los regímenes comunistas, que siempre se han caracterizado por sus bajos índices de delincuencia; por ejemplo, Cuba es, con mucha diferencia, el país más seguro de América Latina, muy lejos de la criminalidad galopante que se da en Colombia, Brasil o algunos países centroamericanos, como Honduras o El Salvador).
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