Otra consecuencia lógica de la crisis: la caída en las ventas de coches
La crisis económica que se manifiesta desde hace cuatro años ha tenido consecuencias muy diversas, pero una de las más evidentes es el descenso en las ventas de automóviles y su mayor duración.
Por ejemplo, en septiembre del pasado año 2012, las ventas de coches en España se redujeron más de un 35% en relación al mismo mes del año anterior (cuando ya la crisis se había instalado de lleno):
En julio, las ventas de automóviles se situaban a niveles de 1972 (hace 40 años):
http://www.libremercado.com/2012-08-18/la-venta-de-automoviles-cae-a-niveles-de-1972-1276466329/
En líneas generales, las ventas de vehículos han caído más de un 50% respecto a los niveles de los años previos a la crisis, es decir, actualmente se venden en España menos de la mitad de los coches que en aquella época.
Las actuales circunstancias económicas justifican sobradamente esta situación. Hoy día, para comprarse un coche nuevo en España hace falta ser millonario, o al menos de clase media acomodada (catedrático de universidad, ingeniero con muchos años de experiencia y cargo directivo en alguna empresa importante, mediano empresario con negocios consolidados desde hace tiempo), o bien un insensato.
Es evidente que hay muchas personas que necesitan el coche para desplazarse al trabajo, pero lo mejor que pueden hacer es comprarse un vehículo de segunda mano que no esté muy castigado, y a ser posible, un utilitario (se trata de moverse y desplazarse con él, no de lucirlo) tipo Ford Fiesta, Renault Clío, Seat Ibiza, Peugeot 207 o Volkswagen Polo.
Tampoco tiene mucho sentido cambiar de coche cada cuatro o cinco años, como se hacia habitualmente en épocas recientes. Aunque los vehículos actuales están diseñados para durar menos tiempo que los que se fabricaban hace varias décadas, un coche moderno puede soportar diez o doce años si se tiene cierto cuidado en su manejo y mantenimiento.
Por supuesto, si hubiese un transporte público en condiciones en la mayoría de las ciudades españolas y no fuese tan difícil desplazarse a los polígonos industriales o a muchos pueblos, las ventas de coches estarían todavía más hundidas y caerían a niveles de los años 60, de la época de vehículos míticos como los Seats 600 y 850, el Citroën 2 CV, el Renault 8 o el Simca 1000 (fabricado en España por Barreiros), pero con 10 millones de habitantes más que en aquellos tiempos (con lo cual la proporción de ventas de automóviles en relación a la población sería aún menor que en aquella época).
Para terminar, los directivos de Faconauto (la patronal de los concesionarios de automóviles), que tanto se alegraban de la reforma laboral (con sus efectos de precarización del empleo y aumento del paro), ahora están tirándose de los pelos porque les cuesta mucho trabajo vender coches y, como es lógico, sus beneficios se han desplomado. A nadie debería darle esto la más mínima lástima, ya que aplaudían tanto la reforma laboral, ahora les toca sufrir sus consecuencias (hundimiento de las ventas de coches y, por tanto, de sus ingresos) y no tienen razón para quejarse.
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