Blogia
El blog de Silverfox

Por qué es recomendable no tener hijos (II)

    Sobre la cuestión de tener hijos, sus defensores lanzan argumentos sobre el amor, desde el punto de vista de la moral judeocristiana, la familia, los valores o el sacrificio. Pero lo que no salta a la palestra son todos aquellos elementos que realmente inciden en la cuestión, empezando por la economía. Hablar de hijos, sin tener en cuenta el factor económico, carece de sentido.

    En primer lugar, antes de la llegada de la agricultura, las poblaciones humanas eran reducidas, nómadas y dispersas. Los "clanes" no eran muy numerosos, simplemente lo suficiente para moverse rápido, buscar comida, cazar y subsistir (estamos hablando de las sociedades prehistóricas de cazadores-recolectores). Sólo la llegada de la agricultura, con el consiguiente abandono de la vida nómada, convirtió al ser humano en una especie mucho más abundante y la razón es así de sencilla: para trabajar el campo hacen falta manos y para defenderlo también. Por eso, a pesar de contar con una enorme mortalidad infantil (que se ha mantenido hasta bien entrado el siglo XIX o incluso principios del siglo XX), los seres humanos empezaron a ganar en número y a incrementar su población.

    Y esto es lo que frecuentemente no se cuenta: que los hijos, a lo largo de la historia, se han tenido como mano de obra (esto sigue ocurriendo en gran parte de África y el sur de Asia), para trabajar desde niños en tareas agrarias y ganaderas. Es muy reciente la idea o sentimiento de querer descendencia por amor; no es algo que se ha haya hecho toda la vida, sino más bien una tendencia relativamente nueva, que ha sido fomentada por el incremento del bienestar general y los sistemas de protección social cada vez más amplios desde la Segunda Guerra Mundial. 

    A medida que la mecánica fue haciendo innecesaria tanta mano de obra, primero en el campo, después en la industria y actualmente, cada vez más, en las oficinas, como sociedades, los índices de natalidad han ido bajando gradualmente en los países occidentales. La clave sigue siendo la misma: ya no es necesaria tanta "mano de obra".

    Esto es una tendencia, en la medida que una sociedad avanza y adquiere unos niveles de producción, a todos los niveles, cada vez más elevados tiene menos necesidad de tener hijos y aumentar su población.

    La realidad es que cada vez es menos necesaria la gente, esto es un hecho incuestionable. Ya lo comentó Santiago Niño Becerra: solo serán necesarios aquellos cuyos conocimientos sean valiosos y muy especializados. Basta con ver las exigencias de las ofertas laborales para darse cuenta.

    Por tanto, o se establece una renta básica general, con el consiguiente problema de que la población sigue siendo demasiado alta, o bien como sociedades vamos lentamente reduciendo el número de componentes, con el consiguiente problema de frustración de miles de ciudadanos o bien terminamos como el rosario de la aurora con una guerra (recordemos el ejemplo histórico de la Isla de Pascua, que sufrió el problema de la superpoblación y la sobreexplotación de su territorio antes de que llegasen los europeos y terminó con el colapso de su sociedad).

    El problema es que seguimos valorando el problema de un modo local. Es decir, nos preguntamos por qué en España nacen tan pocos niños pero la globalización ha hecho que esto sea irrelevante, si faltase mano de obra en España (que no es el caso habiendo casi seis millones de parados), podría sobrar en África, Asia o Latinoamérica. Es decir, sobra gente.

    Quien tenga hijos hoy día debe ser consciente que va a ser una dura batalla sacarlos adelante (mucho más que en el pasado) o es una persona con conocimientos valiosos y especializados o bien su lucha será una continua agonía por su propia supervivencia y la de sus descendientes. Ante todo, es fundamental que no lo haga únicamente "por amor", porque el análisis para tomar esa decisión hace aguas por todas partes.

0 comentarios