La mentalidad del español actual hacia la emigración
España siempre ha sido un país de emigrantes que iban a otros lugares a buscarse la vida, ya fuese hace 500 años, cuando muchos españoles empezaron a ir a América poco después del descubrimiento, o sólo unas décadas, cuando cientos de miles fueron a otros países europeos, como Francia, Bélgica, Suiza o Alemania (aparte de las migraciones internas: muchos andaluces o extremeños que fueron a trabajar en las industrias catalanas y vascas).
El amor por el terruño que tanto se lleva ahora es un fenómeno reciente y que se da con más fuerza en Andalucía, Canarias y el Levante (en cambio, a los castellanos, gallegos o asturianos no se les caen tanto los anillos por irse a vivir fuera de sus regiones y tienden mucho a emigrar: incluso se dice que esas zonas, si no fuese por la fuerte emigración de sus autóctonos, tendrían tasas de paro tercermundistas, similares a las de Andalucía o Canarias).
Un punto que se debe tener en cuenta es que para mucha gente el trabajo y la carrera profesional es algo secundario o menos importante que tener cerca a sus seres queridos.
Por tanto, muchos médicos, ingenieros o investigadores científicos (por nombrar algunos perfiles de trabajadores altamente cualificados) prefieren quedarse en su tierra (aunque tengan que tragarse años y años saltando de una beca a otra o a base de contratos por obra y servicio y sin poder hacer planes a largo plazo) para tener a mano a su familia y sus amigos de toda la vida (si tampoco han emigrado).
Para ellos, es más importante poder ver a sus padres todos los días o quedar en cualquier momento con su grupo de amigos para tomar unas cervezas o unas tapas de caracoles que ser unas eminencias en sus campos de conocimiento.
Otro tema es el del clima y hay gente que valora mucho el buen tiempo, aunque llame así a pasar calor cuatro o cinco meses al año (como ocurre en buena parte de Andalucía y el Levante).
Hay personas que se deprimen al vivir en países con inviernos muy fríos o donde se hace de noche muy pronto durante esa época del año y prefieren el clima semitropical de Andalucía, aunque esa región sea líder de paro en Europa, tenga un enchufismo brutal en la Administración (las Ofertas de Empleo Público de la Junta son ridículas desde hace varios años porque muchos puestos, en vez de con funcionarios por oposición, se cubren mediante gente de empresas públicas o fundaciones afines al PSOE) y abunden los licenciados y hasta doctores ocupando puestos de trabajo no cualificados, para los que no haría falta ni tener el Bachillerato.
No es raro que un licenciado sevillano, malagueño, murciano o valenciano prefiera quedarse en su tierra trabajando de reponedor de supermercado, teleoperador, camarero de bar de copas (o directamente parado y matando el tiempo con cursos del INEM de Ofimática o Contabilidad) que irse al extranjero (o incluso a otras zonas de España con mejores perspectivas, como Madrid, Barcelona o el País Vasco) con un trabajo más acorde a su formación y nivel de estudios.
Parten de la idea de que, en su ciudad o pueblo, por muy mal que estén desde el punto de vista laboral, siempre van a tener cerca a su familia y amigos, podrán disfrutar de un clima estupendo y que todo eso es mucho más importante que ganar dinero o labrarse una exitosa carrera profesional.
Y si hablamos de los no cualificados o la gente sin estudios, su idea general es que para pasar penalidades prefieren hacerlo en su pueblo o que para fregar platos no hace falta irse a Londres, sino que es un trabajo que puede encontrarse fácilmente en cualquier sitio. Están seguros de que no merece la pena ir a 2.000 kilómetros de su tierra para ganar una miseria y les trae más a cuenta patearse las empresas y polígonos industriales de su pueblo o ciudad dejando su currículum, que tarde o temprano habrá alguna que les llame y que con el sueldo que les ofrezcan podrán vivir muy bien en casa de sus padres y hacer algún viaje o comprarse chismes tecnológicos de vez en cuando sin tener que pedir dinero a su familia.
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