¿Por qué la gente no se va de casa?
Por regla general, en ambientes de gente mayor (en torno a 50-60 años) suele quedar bien atacar e insultar a los jóvenes con frases tipo como "Qué asco de juventud, sólo sabe emborracharse y drogarse", "Son todos una panda de vagos, a su edad yo llevaba años cargando sacos o deslomándome en el campo", "No se mueven por nada, yo y mis colegas cuando éramos adolescentes corríamos delante de los grises y siempre estábamos en riesgo de ir al talego", "Qué bien se está en casa de papá y mamá" o "No quieren tener hijos porque son unos comodones, que aprendan de los inmigrantes, que son muy sacrificados".
Pero no es nada nuevo, la crítica sin piedad a la juventud siempre se ha producido en la historia. Ya dijo el filósofo griego Sócrates, hace casi 2500 años: "Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros."
La realidad es que una parte mínima de las personas que viven con sus padres después de los 30 años (como ocurre frecuentemente hoy día) lo hacen por gusto o comodidad, casi todas están así porque no les queda otra opción. Es completamente falsa la leyenda urbana de que la gente no se va de casa ni tiene hijos porque derrocha el dinero en drogas caras, como la cocaína, viajes a Cancún o Punta Cana y coches de 30.000 euros para arriba (no todo el mundo puede permitirse ese tren de vida, y menos ahora, que los bancos y cajas se han puesto más estrictos a la hora de conceder créditos al consumo).
Seamos serios, ¿quién va a arriesgarse a tener niños, o simplemente independizarse, ganando apenas 800 euros y viviendo en una gran ciudad, donde todo es más caro? Es cierto que las mujeres se van de casa antes porque suelen emparejarse con hombres mejor situados y con más dinero que ellas (por ejemplo, becarias submileuristas o cajeras de supermercado con novios funcionarios de los grupos A y B). Pero un hombre soltero que gane menos de 1.200-1.300 euros, si se emancipase, lo haría prácticamente con una mano delante y otra detrás, o compartiendo piso con más gente.
Y francamente irse de casa para vivir con dos o tres desconocidos, comiendo garbanzos todos los días y sin poder llevar una vida social medio decente no merece la pena. Para eso, mejor te quedas con tus padres hasta que puedas independizarte en unas condiciones dignas y sin perder demasiada calidad de vida.
En fin, puedo decir sin problemas que una buena parte de las personas que conozco de entre 30 y 45 años tienen como máximas aspiraciones en su vida conseguir una pensión vitalicia por incapacidad permanente, fingiendo una minusvalía o enfermedad física o mental, y heredar los pisos de sus padres. Hay alguno que está parado o de becario submileurista, pero es de familia muy acomodada y espera heredar hasta cuatro casas.
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