¿Por qué la gente no se va de casa? (II)
En contra del tópico tan repetido de que la gente no se independiza por comodidad, hay muchísimas personas de 30 años (más o menos) que están literalmente hasta las narices de sus padres y deseando mandarles a tomar viento en cuanto se les presente la más mínima ocasión (es decir, que cuando tengan una cierta estabilidad se irán de casa con mucho gusto y sólo volverán de visita unas pocas veces al año, para que no se diga que se han olvidado de su familia). Si sus padres se van unos días, por ejemplo, a la playa y les dejan solos respiran aliviados y sienten como si se hubiesen quitado una gran losa de encima.
Pero las condiciones de la sociedad y la economía españolas les han obligado a vivir una situación kafkiana, aberrante y completamente antinatural, que sólo se da en unos pocos países más del mundo: Italia, Grecia y quizá Portugal. Si viven con sus padres a esas edades no es por gusto, sino porque no les queda más remedio, aunque tengan que aguantar que les llamen vagos y parásitos (encima de cornudos, apaleados). Los que dicen que los jóvenes no se independizan porque son muy cómodos o porque se está muy bien en casa de mamá sólo demuestran que son unos cínicos, miserables, manipuladores y mentirosos sin escrúpulos.
Sin embargo, vende mucho en ciertos ámbitos atacar sin piedad a los jóvenes y repetir frases hechas como: "Qué asco de juventud, sólo saben pegarle a los porros", "Mientras yo corría delante de los grises (si fueron tan combativos, ¿cómo es que Franco murió tranquilamente en la cama?) o me mataba a trabajar desde los 12 años, los jóvenes de ahora están todo el día emborrachándose y haciendo botellón" o "Yo me tenía que conformar con un 600 o un 2 CV y estos chavales de ahora van en BMW’s".
No les entra a la cabeza a estos puretones (que son, al fin y al cabo, la generación de nuestros padres) que ellos lo tuvieron mucho más fácil, que vivieron una etapa de boom económico (los 60 y parte de los 70), en la que entrabas en una empresa de adolescente como aprendiz y si no eras muy torpe te hacían fijo al poco tiempo. O se sacaban una plaza de funcionario con mucha más facilidad que ahora.
Se casaban a los 20 y pocos años trabajando sólo el marido y tenían fácilmente tres o cuatro hijos, sin ir muy apurados económicamente. Ahora, la edad media de matrimonio ha trepado hasta cerca de los 35 años y la natalidad es prácticamente nula (si exceptuamos a los gitanos e inmigrantes, sobre todo del norte de África y de países andinos, como Ecuador o Bolivia). De eso también se quejan mucho los cincuentones, diciendo: "Claro, estos jóvenes no quieren hacer sacrificios y se gastan el dinero en viajes a Cancún y cenas por todo lo alto" o "Se casan a los taitantos porque hasta esa edad están con el botellón y sólo piensan en divertirse" (como si pasarlo bien fuese un crimen, a algunos se les nota demasiado el tufo de viejos amargados).
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