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El blog de Silverfox

¿Sobra gente en España?

    Europa es uno de los continentes más densamente poblados del mundo, especialmente su parte occidental y central. Por este motivo, después de la Segunda Guerra Mundial, una de las principales preocupaciones del banco aliado era la posibilidad de que se originasen crisis de subsistencia en una Europa que estaba perdiendo la gran reserva de materia prima que suponían sus imperios coloniales.

    No fue así. La economía europea disfrutó de grandes tasas de crecimiento en los años 50, 60 y primeros 70 (hasta la crisis del petróleo de 1973). ¿Por qué? Porque en aquélla época eran pocos los países con una industria desarrollada, y por ello, el precio de las materias primas era muy bajo, como en el caso del petróleo hasta 1973. Además, las industrias europeas no tenían aún competidores fuera de la órbita occidental. La industrialización de Asia no empezó a extenderse hasta la década de los 80, salvo en algunos países de Extremo Oriente, como Japón, Corea del Sur o Taiwan.

    ¿Cuál es la situación actual? Como efecto de las deslocalizaciones de la producción al Tercer Mundo, cada vez es menor la demanda de trabajadores no cualificados en Europa. Nuestra política migratoria fue suicida: importamos cinco millones de trabajadores no cualificados para el sector de la construcción, aun sabiendo de que esta clase de trabajadores estaba dejando de ser demandado en el resto de Europa. En estos momentos ha estallado la burbuja inmobiliaria, ¿y cuál es el resultado? Millones de parados no cualificados, que probablemente no puedan encontrar ocupación en los próximos años y tengan que vivir de subsidios y ayudas sociales financiadas con nuestros impuestos.

    Por otro lado, debido al enorme crecimiento económico de China y de la India, que se van convirtiendo en dos grandes potencias, se produce un encarecimiento del precio de las materias primas, no sólo del petróleo, sino también sino de algunos minerales como el hierro:

    http://www.eleconomista.es/flash/noticias/2027773/04/10/Alarma-en-la-industria-europea-el-mineral-de-hierro-duplica-su-precio.html

    ¿Consecuencias? Nuestra balanza comercial cada vez será más deficitaria: mayor precio de nuestras importaciones (materias primas y energía) y reducción del volumen de las exportaciones como consecuencia de las deslocalizaciones. A largo plazo, esto se traducirá en unos niveles de ocupación cada vez menores. Si nuestra economía apenas podía sostener a 39 millones de habitantes en los años 90, ¿cómo podría soportar ahora a 47 millones, con un nivel de endeudamiento muy superior, con un aparato productivo-industrial que ha sido en buena medida desmantelado y deslocalizado a países del Tercer Mundo y con una ciencia española que apenas ha sido capaz de proporcionar 2 premios Nobel en un siglo?

    Tengamos en cuenta lo siguiente: durante la época de Franco (y en algunas regiones como Galicia y Asturias desde finales del siglo XIX), buena parte de la "masa laboral" española se encontraba emigrada, y transfería grandes masas de capital en forma de remesas, bien desde Europa bien desde América Latina. Las remesas, así como las divisas que proporcionaba el turismo, fueron uno de los motores del rápido crecimiento y desarrollo económico español en los años 60 y 70, que nos llevó a ser la séptima potencia industrial del mundo.

    Pues bien, ahora tenemos varios millones de inmigrantes que envían remesas a sus países, con lo que incluso la balanza de rentas se ha vuelto deficitaria. ¿Solución? El artículo 22 del Código Civil exige tan sólo dos años de residencia a los ciudadanos latinoamericanos para la adquisición de la nacionalidad española, así que la mayor parte de los inmigrantes se han convertido en españoles a efectos de nuestro ordenamiento jurídico, y no pueden ser expulsados. ¿Emigración española? ¿A dónde? Nuestros parados son trabajadores no cualificados, que Europa no demanda. ¿A dónde irían? Trabajadores de este tipo no son demandados en el mundo, sino todo lo contrario. En el mundo sobra factor trabajo: el que quiera convencerse de esto que de una vuelta por los tugurios de Colombia, las barriadas de Lima o las favelas de Brasil, que están habitadas por personas que no han logrado integrarse en los mercados laborales de sus países.

    En definitivas cuentas España: a) no posee materias primas como Venezuela, Arabia Saudí o Rusia; b) tampoco tiene (ni de lejos) una ciencia y una industria tecnológica como la japonesa o la alemana; y c) los sueldos de sus trabajadores no cualificados no son tan bajos como los marroquíes o los filipinos (aunque, a este paso, pronto serán similares). Todo esto hace que España sea un país con enormes dificultades para exportar, al que le bastaría con 30-35 millones de habitantes y unos 13-14 millones de trabajadores. Una solución podría ser penalizar a los que tengan hijos, suprimir los cheques-bebé y subvencionar generosamente a las personas que decidan no reproducirse.

    Desgraciadamente, una clase política deseosa de financiarse a través de una burbuja inmobiliaria y una población complaciente nos han llevado a tener 47 millones de personas, que difícilmente podrán ser sostenida por una fuerza laboral menguante (en un par de años, menos de 15 millones de trabajadores activos) a consecuencia de la escasa capacidad exportadora española.

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