Sobre el nombramiento de Oliart y la gerontocracia española
Esta semana ha saltado la noticia de que Alberto Oliart, de 81 años, será nombrado presidente de Radiotelevisión Española (RTVE). Oliart, nacido en 1928, durante la dictadura de Primo de Rivera, fue ministro de Industria y Energía con Adolfo Suárez durante varios meses después de las elecciones de 1977, colaboró en la elaboración del Estatuto de Autonomía del País Vasco, aprobado a finales de 1979, y fue ministro de Defensa con Calvo Sotelo a principios de la década de los 80. Asimismo, su hija es la madre de los dos hijos de Joaquín Sabina, nuestro Bob Dylan castizo. Ahora será, con su avanzada edad, presidente de RTVE.
En relación con este nombramiento, se nos llena la boca hablando de la gerontocracia soviética de los años 70 y 80, de la cubana actual o nos metemos mucho con China, Japón y otros países orientales (como la India) por su costumbre de tener dirigentes de 70 años, pero aquí no estamos para dar lecciones a nadie.
Aunque ZP y otros ministros (además de nuestros presidentes anteriores) sean jóvenes, en otras instituciones políticas, académicas, deportivas, económicas y empresariales es donde se ve claramente que somos un país de estructura gerontocrática, donde un viejo de más de 70 años, con sus facultades mentales disminuidas, aunque sólo suelte paridas y tonterías sin sentido, inspira más credibilidad que una persona de 30 con la cabeza bien amueblada.
O donde se está llegando al absurdo de considerar "jóvenes" a personas de 30 y largos o más de 40 años, un país en el que se ve normal trabajar como becario sin derechos laborales ni alta en la Seguridad Social bastante después de los 30, irse de casa cerca de los 40 y tener hijos (si es que se tienen) al límite de la edad reproductiva (con todos los riesgos que eso conlleva, como que nazcan con Síndrome de Down u otras patologías mentales).
Sólo hay que fijarse un poco en las edades de muchos rectores y otros altos cargos universitarios o el tiempo que llevan en el poder algunos dirigentes deportivos.
En este sentido, es muy llamativo el ejemplo de Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de Fútbol. No es todavía demasiado mayor (cumple 60 años en enero), pero lleva en el cargo desde 1988 y todavía le quedan tres años para completar su actual mandato (cumpliría 24, una generación entera, a este paso dura más que Franco o lo vemos con 80 años dirigiendo la Federación y dentro de 20 años aún se escucharía a periodistas deportivos y aficionados hablando de "villarato" cuando se den resultados extraños en partidos decisivos).
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