Sobrepoblación mundial y explosión demográfica
Amplias zonas del mundo sufren problemas de exceso de población en relación con sus recursos disponibles. La clave de esta sobrepoblación se llama explosión demográfica y ha sido muy visible en el Tercer Mundo por un progresivo descenso de la mortalidad y un mantenimiento de tasas de natalidad altísimas.
Un ejemplo para que se entienda mejor: si un país tiene unas tasas de natalidad y mortalidad del 40 por mil (indicadores propios de lo que se conoce como "Antiguo Régimen demográfico", por ser comunes en la Europa de antes de la Revolución Francesa) su población no crecerá y se mantendrá igual con el paso de los años. Pero si la mortalidad se reduce a la mitad (en este caso, a un 20 por mil) y la natalidad se mantiene igual, el crecimiento anual será de un 2%, con lo cual la población se duplica en 35 años.
Algo similar es lo que ha ocurrido en África, el sur de Asia y gran parte de América Latina: se han mantenido los índices de natalidad mientras que la mortalidad ha disminuido mucho por los avances médicos y sanitarios. Aún quedan países con crecimientos de población de más de un 3% anual (que suponen doblar la población en unos 25 años, sólo una generación), pero si nos remontamos a los años 60 y 70 eran muchos más y no sólo en África, sino también en Asia e incluso América Latina (en este último continente, había un buen número de países que tenían tasas de natalidad superiores al 40 por 1000, como Bolivia, Guatemala, Honduras o Nicaragua, mientras sus niveles de mortalidad bajaban rápidamente).
La sobrepoblación provoca miseria y lucha por los recursos, que son más difíciles de repartir. Basta con fijarnos en algunas zonas del sur y sudeste de Asia, como Bangladesh (un país de menos de 150.000 kilómetros cuadrados, pero con tres veces más población que España), amplias regiones de la India o Filipinas, nuestra antigua colonia de Extremo Oriente, que tiene una densidad de población de cerca de 300 habitantes por kilómetro cuadrado. En cambio, China lleva 50 años aplicando políticas de control de natalidad dirigidas por el Estado y, a pesar de los excesos cometidos, se ha ahorrado muchos de los problemas que sufren otros países asiáticos.
Por su parte, los países escandinavos (a excepción de Dinamarca) tienen bajas densidades de población (Suecia es casi tan grande como España y tiene 9 millones de habitantes, Finlandia es mayor que Italia y su población es de 5 millones de habitantes), igual que Canadá, casi tan grande como Europa entera pero con poco más de 30 millones de habitantes, Australia y algunas zonas de Estados Unidos.
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