Por qué es recomendable no tener hijos
Aún queda gente que se extraña de que los españoles apenas tengamos hijos y seamos uno de los países del mundo con menos natalidad. Pero hace falta tener pocas luces o ser estar muy mal informado de la realidad para esperar tranquilamente que los españoles nos dediquemos a fabricar bebés como conejos.
Aunque tengamos una economía en buena medida tercermundista, nuestra mentalidad y forma de ver la vida es occidental y europea. Por eso, a nadie que tenga un par de dedos de frente se le ocurre tener hijos sin haber satisfecho primero sus necesidades materiales y contar con un mínimo de estabilidad profesional y económica.
Con un mercado laboral donde abundan las becas "de formación" y los contratos por obra y servicio, con unos salarios miserables, que contrastan con unos precios astronómicos (lo podríamos definir como sueldos peruanos y precios finlandeses), es perfectamente normal que haya tanta gente de más de 30 años (e incluso de 40) que todavía no se ha independizado, no tenga perspectivas de hacerlo a corto ni medio plazo y esté empezando a pensar en que le llegue el momento de heredar el piso de sus padres.
Desde el punto de vista de mi experencia personal, la mayoría de mis amigos y familiares próximos de entre 30 y 45 años viven con sus padres y si tienen piso propio es precisamente porque sus padres han muerto y les han dejado la casa en herencia. Seguramente, no seré el único, habrá miles de personas que puedan contar algo similar.
Aparte de la dificultad de independizarse con las condiciones laborales y económicas actuales, está el problema del miedo al futuro. Cualquier persona, aun teniendo los medios necesarios, debería renunciar a tener hijos si no está segura de que vayan a vivir mejor. Recordemos que la juventud española actual es la primera generación de toda la historia (o al menos en muchos siglos) que vive peor que sus padres sin haber sufrido una guerra civil, un conflicto mundial o una catástrofe natural de primer orden como un tsunami o un terremoto con cientos de miles de muertos y ciudades enteras devastadas. Ante ese panorama, la mejor decisión es directamente no tener hijos, que no se acaba el mundo por eso.
Otro elemento a tener en cuenta es que vivimos en un planeta superpoblado, donde abundan el hambre y la miseria. Ya somos casi 7.000 millones de seres humanos y la población no para de aumentar. Esa superpoblación es muy evidente en el sur de Asia, sobre todo países como la India (con más de 1.000 millones de habitantes), Bangladesh (un país tres veces más pequeño que España, pero con 150 millones de habitantes, lo que supone una densidad de población de más de 1.000 habitantes por kilómetro cuadrado), los de Indochina (por ejemplo, Tailandia) y nuestra antigua colonia Filipinas.
Sin embargo, otros países de Extremo Oriente han seguido políticas muy acertadas, como el control de natalidad chino, impulsado por Mao desde los años 50 y que ha evitado que China se convierta en un país superpoblado, favoreciendo así su desarrollo social y económico. También son interesantes los ejemplos de Japón y Corea del Sur, dos países con un crecimiento demográfico muy lento o incluso negativo, pero con índices de inmigración muy bajos. Por su parte, Japón con sus tendencias demográficas actuales perdería la mitad de su población en dos generaciones y es el país más envejecido del mundo (casi un 30% de sus habitantes tienen más de 60 años), mientras Corea del Sur ya tiene un crecimiento prácticamente cero y quizá en unos años también sea negativo y se vea destinada a un derrumbe demográfico.
Aquí en España nuestra situación demográfica sería parecida a la de Japón si no tuviésemos en cuenta la inmigración. Dentro de los inmigrantes los que más hijos tienen son los gitanos rumanos, los musulmanes del norte de África y los sudamericanos menos integrados. Con esto último me refiero a que hay cada vez hay más matrimonios de peruanas o ecuatorianas con españoles y esas parejas suelen tener un hijo o, como mucho, dos. Es prácticamente imposible que esos matrimonios mixtos tengan cuatro o cinco hijos.
De cualquier manera, no es tan negativo que podamos "sufrir" una caída masiva de la población en un país donde lo que sobra es gente, sólo hay que fijarse en los índices de paro (especialmente juvenil) y los niveles de pobreza, que nunca ha bajado de ocho millones de españoles cuando la economía teóricamente iba bien. Si dentro de dos generaciones nos pasase como a Japón, Corea o algunos países del Este de Europa y la población hubiese caído a plomo deberíamos alegrarnos porque habría más posibilidades de repartir los recursos y reducir la pobreza.