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El blog de Silverfox

Políticos y autocrítica

    Según el discurso oficial, la culpa es de cualquiera (del PP, de Bush, de Franco o del Espíritu Santo) menos del Gobierno. Parece que la palabra autocrítica es ciencia ficción para Zapatero y sus ministros y no entra en su vocabulario. Llama la atención su total incapacidad de reconocer los propios problemas.

    ¿Hay alguna declaración del presidente, de alguno de los ministros, de algún presidente autonómico (da igual la región) o al menos de los sindicatos o alguien que tenga algo de poder de los miles que componen la casta política en la que se afirme modestamente que algo se ha hecho mal?

    Repitamos esta frase: Los culpables son solo los malvados especuladores que no nos quieren prestar más dinero y que encima quieren que se lo devolvamos como país. Nadie podía hacer nada. Dicen. Nadie podía anticipar esto. Que no es culpa de la gestión. ¿Nos lo creemos? Que conste que nadie con dos dedos de frente defendería a los especuladores, que no son más que unos psicópatas y unos piratas sin escrúpulos. Pero no es de recibo que los políticos culpen a los demás de sus desmanes.

    Lo más inquietante es que están afanando en volver al modelo anterior a la crisis, sin llevar a cabo ningún cambio que evite que esto vuelva a pasar. Pues, como estan afirmando nuestros dirigentes, no han hecho nada mal. Y quien se atreva a desmentirlo con datos y pruebas evidentes es un antipatriota.

    Si pueden volver a inflar el mercado de la vivienda y evitar que termine de explotar la burbuja lo harán, da igual quién se ponga en el Gobierno. En relación con esto, hoy uno de los secretarios de Esperanza Aguirre, decía por la radio que esperarían a que el mercado se recuperase antes de vender el patrimonio por no malvenderlo.

    Qué clase política más lamentable con cerebro de ladrillo, no nos van a sacar de esta ni tienen el menor interés en cambiar el modelo productivo español basado en la construcción por uno más orientado hacia la investigación, el desarrollo tecnológico y las industrias de alto valor añadido que nos permita compararnos con los países más avanzados de Europa, como Alemania, Finlandia o Suecia.

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